Una de las cosas más graciosas que ocurren en los bares de la ciudad de Santiago de Compostela es observar la cara de recelo que ponen los turistas cuando entran a un bar y tras haber pedido una consumición, el camarero les pone encima de la mesa una tapa.
Ellos no sabe si comerla o no dado que no la han pedido y temen que al comerla se les cobre, ya que no en todos los sitios se ofrecen tapas gratis, ni mucho menos tapas del nivel y de la cantidad de la que en la capital gallega hacemos gala.