Diez toneladas de pulpo y 35.000 personas dan vida a Santa Minia
Con el reproche de Jesucristo a los mercaderes del templo sumido en el más profundo de los olvidos, miles de devotos de Santa Minia y otros tantos visitantes atraídos por una fiesta al aire libre se dieron cita ayer en la carballeira más famosa de Brión, que resultó diminuta ante la avalancha de visitantes.
El hecho de que a la romería de Santa Minia acudan personas con objetivos muy distintos permitió que todo en la fiesta funcionase casi como un reloj, sin nada de agobios. Mientras los devotos, fundamentalmente mujeres, se colocaban en organizadas filas para comprar figuras de cera con la parte de su cuerpo para la que piden la cura que ofrece la Santa, los más madrugadores, que ya habían pagado las tarifas por las mismas figuras y comprado la correspondiente estampita, ya hacían cola para acercarse a la Santa, utilizando para ello la entrada principal al templo.
La tradición dice, y en la fiesta nadie lo duda, que la imagen son en realidad los restos incorruptos de una mártir que se guardan dentro de una urna de cristal, a la que los devotos pueden acercarse hasta besarla y dejar junto a ella las piezas de cera. Frente a esta urna, cientos y cientos de velas rojas se van colocando en el suelo de la capilla a modo de ofrenda de aquellos que le piden que interceda por su salud. Junto a la iglesia, y bajo una carpa improvisada a escasos metros del templo, se celebran las misas en honor de Santa Minia.
Fuera del recinto religioso, pero sin salir de la carballeira, la música y el ambiente de romería camparon bajo los árboles, que hicieron más llevadera la estancia en un gran mercadillo con el olor de la comida típica, que surge, nada más ni nada menos, que de diez toneladas de pulpo y cientos de kilos de pan.
Fuente: La Voz de Galicia.
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