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"No me esperaba esta distinción. Hice lo que cualquier otro, nada extraordinario. Aunque reconozco que tuve que esforzarme para vencer más que las barreras arquitectónicas, las que pone la sociedad". Ánxela López Leiceaga, de 31 años, nació con parálisis cerebral, lo que no le impidió estudiar en colegios públicos de Santiago, hacer la carrera de Derecho en la USC y conseguir trabajo en una asesoría jurídica. Ahora, como cualquier otro joven de su edad, está ahorrando para pagar un piso porque su sueño es lograr la independencia. Ayer, ella y su madre, Asunción, recibieron el premio de la Fundación Amigos de Galicia con motivo del Día Mundial de las Personas con Discapacidad.
Ánxela tiene en su madre Asunción a su gran aliada, porque fue ella la que "jamás" consintió que su hija estudiase en un centro especial, al considerar que es una forma de "discriminación". Por ello, Ánxela estudió en el colegio público de Vite, tras serle negada su entrada en el que le correspondía, el Lamas de Abade. Esta joven asegura que "mis padres se esforzaron por conseguir un coche adaptado para poder ir a estudiar, pero no tuve ningún problema en los estudios".
Por este motivo, no los dejó y se matriculó en la Facultad de Derecho de Santiago, carrera que acabó en seis años.
De esta etapa, sí reconoce que tuvo dificultades. "Me costaba tomar apuntes, subrayar textos o escribir en el ordenador. Sin embargo, siempre conté con la ayuda de compañeros".
Es en este punto donde Ánxela muestra su lado reivindicativo. "No me gusta que se mezcle la diversidad funcional física con la psíquica, aunque creo que en cualquier caso todos tenemos el derecho a escolarizarnos y a estudiar en centros ordinarios. En el caso de problemas que puedan surgir a nivel académico se pueden crear aulas específicas. En la mayoría de los casos enviar a un hijo a un centro especial considero que es marginarlo aún más dentro de la sociedad".
Reconoce que tuvo un gran apoyo en su familia en este sentido, porque como ella argumenta, "conozco a otros en mi situación que son analfabetos".
Apela a la Administración para que personas como ella puedan contar con asistencia personal. "En Barcelona tienen esta ayuda 16 horas al día. Aquí son 30 a la semana. Es una necesidad vital para lograr una independencia porque todo el mundo tiene derecho a la igualdad de oportunidades", sentencia.
Fuente: El Correo Gallego.