Inevitablemente sucede que uno sale a la calle en estas fechas, ya sea por iniciativa propia o porque alguien se lo ha pedido y acaba dando un paseo por la ciudad en plenas festividades del Apóstol. Ciertamente me gusta hacerlo, es una tradición que tengo, aunque me revienta llevarlo a cabo en horas en las que la calle está tan concurrida que uno no puede ni ver todo lo que ha salido a ver y que es propio de esta época del año.
El caso es que pases por donde pases, especialmente si te dejas caer por La Alameda, verás que hay puestos en la calle vendiendo baratijas y otras cosas… y lo cierto es que siempre acaba cayendo algo.