Okupas de ida y vuelta
Vecinos de Pontepedriña consultados ayer por este diario, aseguran que «llevamos cuatro días de tranquilidad». Y es que, según ellos, desde que el pasado sábado 10 de enero «la Policía Nacional y Local desalojó a los okupas, nadie ha vuelto a dormir en las casas abandonadas de Amor Ruibal. Es decir, en los números 4, 6 y 8 de esta calle». Creen, sin embargo, que si no hay vigilancia, pronto volverán a la situación de antes, y que «los okupas regresarán para vivir de nuevo en estos edificios».
De hecho, uno de los residentes recuerda que justo al día siguiente de este operación, en la que una brigada de Obras del Ayuntamiento tapió las entradas a las casas, «vinieron algunas de estas personas y tiraron uno de los muros». El Ayuntamiento, según este vecino, fue alertado de dicha circunstancia «y volvió a levantarlo para impedir el paso».
Ayer, un redactor de este diario visitó la zona, alertado por nuevos rumores de que los okupas podrían haber vuelto a Amor Ruibal. Pudo comprobar que las entradas de la parte posterior de la casa (que eran las utilizadas por los marginales, pues las de la fachada están selladas desde hace tiempo) se tapiaron con ladrillos y cemento. A la mayoría de ellas se les colocó, además, unas planchas de aluminio para impedir que se hiciesen nuevos agujeros.
Llama, sin embargo, la atención que los funcionarios de Raxoi no tapiasen una puerta, que sigue intacta. Y es que, en una ocasión anterior, en el que este redactor entrevistó a los okupas de Pontepedriña, esta puerta era el acceso principal al edificio número 8 de Amor Ruibal. La habían colocado los propios okupas que vivían allí.
Le antecede a esta entrada un estrecho pasillo con paredes de cemento, techo y suelo de tierra.Y ayer, en este pasillo se podían ver varios palés de madera, un carrito de un conocido supermercado del Ensanche totalmente nuevo y un cartel que decía «Se entra por delante«. Además, en el suelo había colillas de tabaco que, por su aspecto, parecían recientes y varios trozos de papel de aluminio quemados de tal modo que cabe presumir que fueron recientemente utilizados para el consumo de droga.
Los vecinos no sabían que esta puerta seguía sin tapiar y aprovecharon la presencia de EL CORREO GALLEGO para pedirle al Concello que no deje de vigilar la zona. «Tengo niños pequeños que ven esto y no sé cómo explicárselo», dicen algunas personas. Otros, aseguran, que «aunque hace poco tiempo que vivimos aquí, hemos decidido poner en venta nuestro piso». Y los más aseguran que «en una semana, los okupas estarán de vuelta».
Fuente: El Correo Gallego.
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