En Semana Santa todos los focos se van a Sevilla y a la espectacularidad de sus procesiones, o las ciudades y pueblos de Castilla, donde la Semana Santa se caracteriza por su sobriedad.
La Semana Santa de Santiago de Compostela no ofrece ni una cosa ni la otra. Sin embargo, sí ofrece una oferta cultural más amplia que va más allá de las procesiones en la calle. Veamos alguna.
La Catedral de Santiago es todo un símbolo, no sólo de Galicia, sino de España y Europa. Dicen que el continente europeo se vertebró en torno a las peregrinaciones a la tumba del Apóstol, convirtiendo a esta Catedral en un eje clave del intercambio de ideas y pensamientos.
Dentro de ella, uno de los elementos más destacados que la han hecho famosa en el mundo entero es el Botafumeiro, o más bien, el vuelo del botafumeiro.
Santiago de Compostela es una ciudad mágica. Al menos a mi me lo parece. Sus calles, sus edificios, la piedra que lo envuelvo todo… no sé, hay algo sobrenatural en ella.
Tuve la certeza de que esto era cierto la noche en que unos amigos, de camino de un bar a otro, me mostraron la sombra del peregrino. Cuando cae la noche y se enciende el alumbrado de la Plaza de la Quintana, se proyecta la sombra de un peregrino sobre la pared de la Catedral. No es más que un efecto óptico fruto de un juego de luces y sombras, pero en una ciudad como Santiago da pie a mitos y leyendas.
Una de las leyendas más extendidas es que se trata de un sacerdote que mantenía relaciones con una religiosa del convento de San Paio, que se encuentra justo enfrente de la catedral. Todas las noches se encontraba con ella cruzando un pasadizo existente bajo la escalinata de la plaza y que unía la Catedral al convento.
Santiago es un destino que despierta suspiros, tanto en los turistas como en los más devotos que muchas veces provinenen de las tierras más remotas en su afán de emprender un peregrinaje colmado de experiencias que no tienen desperdicios. A continuación listaremos algunas de las opciones para emprender esta trepidante travesía: Camino francés: los peregrinos … Leer más
Una de las costumbres que desde hace bastantes años ha ido poniéndose más de moda y continúa en aumento es la de tatuarse.
Miles de personas en el mundo decoran su propia piel con tinta de diversos colores con diseños elegidos o confeccionados por ellos mismos y por supuesto en Santiago de Compostela la cosa no podía ser menos.
Muchos son los santiagueses que se han tatuado, ya sea algo grande o algo pequeño, y la mayoría de ellos dicen que la cosa engancha y que están como locos por volver a hacerlo.