Una noche en la ópera… con palomitas

Vaya por delante que la crítica operística es una cosa muy seria que requiere muchas horas de vuelo, y no es el caso. De lo que se trata aquí es de evaluar la iniciativa de llevar la ópera a las salas de cine de la ciudad, una manera de acercar al gran público un espectáculo que en contadísimas ocasiones tiene un hueco en la programación cultural de Compostela. La idea es de Cinesa y, después de lo visto el pasado martes en Área Central, las posibilidades que ofrece son sustanciosas.

Sala 4, 20.15 horas. Precio único de la entrada, seis euros. El cartel anuncia Carmen, de Georges Bizet, retransmitida en alta definición -en diferido- desde el anfiteatro de Macerata, en Italia. La primera imagen, congelada, muestra los exteriores de un edificio impresionante y al público en mangas de camisa, una manera de hacer olvidar el día de perros que se vive, en directo, bajo los cielos de Compostela.

Empieza la función. Tanto la calidad del sonido como la alta definición de la imagen se dejan notar, y cuesta poco meterse en situación. En la sala habrá unas treinta o cuarenta personas. Y no, nadie lleva prismáticos, ni abanicos, ni pieles, ni ningún complemento de los que se suelen pasear en las veladas de ópera reales. Lo que sí hay son palomitas en la fila de atrás, porque hay quien sigue pensando que viene al cine, aunque sea a ver ópera, y no a una ópera que se retransmite en un cine, no sé si me explico.

Al final, casi tres horas de una historia ya conocida y cuyas piezas principales les suenan incluso a los duros de oído. Por buscarle alguna pega a la alta definición, señalar quizás que uno repara en que el personaje de Don José está interpretado por Phillippe Do, que tiene rasgos asiáticos y al que cuesta ubicar vestido de guardia civil; un detalle que quizás pasaría desapercibido en el anfiteatro de Macerata. Pero la técnica también permite recrearse en una Carmen magistral a la que da vida la georgiana Nino Surguladze. No, no es lo mismo que estar allí. Pero han sido seis euros bien invertidos.

Fuente: La Voz de Galicia.

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