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Renovarse o morir. Ese es el principio básico de cualquier negocio y ha sido el lema de los videoclubs compostelanos a lo largo de los últimos años. Tanto fue así que hubo entre ellos dos tendencias claras: los que se renovaron a tiempo y lograron sobrevivir... y los que no lo hicieron y por tanto acabaron por cerrar.
Y es que el auge de internet con respecto al cine ha obligado a los dueños de este tipo de establecimientos a replantearse su identidad de arriba a abajo como en su día pasó con la novedad del dvd que dejó obsoletas las cintas vhs que eran las que se podían alquilar en este tipo de lugares y que prácticamente de un día para otro dejaron de ser un activo importante a ser una carga prácticamente inútil.